16 de enero de 2015


La educación una responsabilidad compartida

La educación de un niño o niña es fruto del desarrollo de su propio yo, de la influencia de la familia en la que vive, de su relación con sus iguales, del ámbito social en el que se desenvuelve y, como no, de la escuela  a la que asiste. No olvidemos que ya un proverbio africano decía que “para educar a un niño hace falta la tribu entera”. Aunque compartimos con José Antonio Marina que si además queremos educarlo “bien” se necesita una “buena tribu”.
Cada vez somos más conscientes de la importancia de la educación de los más jóvenes y de su influencia a lo largo de toda su vida tanto en el ámbito personal como en el social o el profesional. La educación es el centro en el que confluyen los esfuerzos y compromisos cada persona, de la escuela y del ámbito familiar y social en los que convive. La educación no es una competencia sólo de la escuela, es una tarea compartida en la que, aunque el principal protagonista es el niño o la niña, la familia y la escuela deben caminar unidas y contribuir para que esta educación sea la más adecuada y de máxima calidad.
Como bien dice Marina (2004) la preocupación universal ha generado un sistema de excusas en el que todo el mundo echa las culpas al vecino. La familia a la escuela, la escuela a la familia, todos a la televisión, la televisión a los espectadores, al final acabamos pidiendo soluciones al gobierno, que apela a la responsabilidad de la ciudadanía, y otra vez, vuelta a empezar. En esta rueda sin fin de las excusas podemos estar girando permanentemente. La única solución es no esperar a que otros resuelvan el problema, sino preguntarnos: ¿qué puedo hacer yo para solucionarlo? ¿en que sentido podemos contribuir? Aprovechar la preocupación, la generosidad, la energía y el talento de todas aquellas personas que están dispuestas a colaborar puede provocar un cambio cultural positivo y beneficioso, que es lo que se necesita para mejorar la educación. Se trata de quitarnos de encima el victimismo, la impotencia y el clima dramático que envuelve al mundo de la educación, familiar o escolar.
La familia tiene como responsabilidad fundamental proporcionar la educación de mayor calidad para sus hijos e hijas no puede quedar reducido a buscar “el mejor centro” para sus hijos e hijas en la creencia de que esto les garantizará una “buena educación”, sino que significa comprometerse y responsabilizarse, estar dispuestos a formarse para educar mejor, a proporcionar un ambiente familiar adecuado, a escuchar, dialogar y razonar conjuntamente con nuestros hijos e hijas, a tomar decisiones, a decir “no” cuando sea necesario, a facilitar experiencias enriquecedoras, a fomentar y servir de ejemplo en valores universales como el respeto, la solidaridad, la tolerancia, la libertad responsable, la igualdad de derechos, el esfuerzo, la ciudadanía activa, el compromiso social…

La escuela por su parte tiene la función de facilitar los aprendizajes necesarios para contribuir a una educación integral. En este sentido no sólo facilitará los propios de las distintas áreas o materias sino también todos aquellos que contribuyan a su formación como persona, es decir, las normas, actitudes y valores que le permitan integrarse como ciudadano activo y comprometido.
Por otra parte la escuela debe comprometerse en proporcionar aprendizajes motivadores y de calidad mediante una metodología que propicie el gusto por aprender, que facilite no sólo el conocimiento sino el “saber hacer”, es decir, un conocimiento que se aplica, que ayuda a la persona a encontrar explicación a los hechos o acontecimientos de la vida cotidiana, que contribuye a la resolución de problemas o situaciones que nos acontecen diariamente.
Además la escuela debe comprometerse en facilitar una educación de calidad con equidad, es decir, una educación de calidad para todos y todas. Para ello se debe partir de la singularidad de cada alumno o alumna, de sus rasgos diferenciales y guiarle en el aprendizaje para que pueda conseguir los objetivos educativos propuestos. La atención a la diversidad sigue siendo un reto organizativo y curricular, en el que la escuela en su conjunto, con los recursos humanos y materiales necesarios debe dar respuesta a las características diferenciales de su alumnado.
El alumnado es el protagonista principal en su proceso educativo. Sin su voluntad por aprender, sin su esfuerzo, si no contamos con su ilusión la tarea se volverá muy difícil. El desarrollo de las capacidades del alumnado necesita de su esfuerzo y responsabilidad en todo su proceso de aprendizaje. Sin esfuerzo es difícil que haya aprendizaje, pero el esfuerzo a su vez requiere motivación. El alumnado se esfuerza cuando siente que las actividades y tareas que se les proponen responden a sus necesidades e intereses, cuando comprenden su finalidad, cuando se consideran competentes para abordarla y llevarla a cabo, cuando al realizarla se sienten reforzados en su autococepto y su autoestima, cuando comprenden que el aprendizaje que van adquiriendo les ayuda a entender el mundo que les rodea. Por tanto, el compromiso y el esfuerzo del alumnado son imprescindibles en su educación, pero los demás, escuela, profesorado, familia, sociedad,… debemos contribuir a que se sienta motivado e ilusionado para que no escatime en esfuerzos.
Entender la educación como una responsabilidad compartida y que requiere del esfuerzo de todos los implicados en ella es un hecho que no se ha mantenido alejado de la legislación actual sino que, como veremos a continuación, desde la propia normativa actual se nos invita al “esfuerzo compartido” y a que dicho esfuerzo se materialice entre el alumnado, la familia y la escuela a través de “compromisos educativos” en los que seamos capaces de unir esfuerzos, de remar en una misma dirección, todo ello en pro de una educación de calidad que llegue a todos los niños y jóvenes actuales.


Sugerencias y compromiso educativo
No debemos olvidar:
·         Cuando familia y escuela colaboran estrechamente los beneficiados son siempre los niños y niñas.
·         Aprendemos de quien respetamos y queremos, pero nunca de quien tememos o no respetamos.

Por parte de la familia o tutores legales
·         Hablar del profesorado con y delante de sus hijos e hijas, siempre con el máximo respeto, con mucho cariño y sin establecimiento de juicios de valor.

·         Planificar entrevistas con el profesorado, sin necesidad de la “existencia de problemas”, teniendo como objeto  las personas y no las conductas.

·         Planificar entrevistas y reuniones en las que participen familia, profesorado y alumnado.

·         Participar en las actividades programadas por el Centro sin necesidad de que exista una relación directa con sus hijos e hijas.

·         Realizar un seguimiento de los aprendizajes que va adquiriendo nuestro hijo o hija en la escuela o instituto.

·         Escuchar a sus hijos e hijas, sin sobresaltarse ni “sermonear” sobre los distintos aspectos que le han sucedido en el colegio. Analizar lo que le han comentado y aconsejarles adecuadamente o solicitar una tutoría, si fuese necesario.

·         Plantear al profesorado las dudas o inquietudes que tengamos acerca de la educación que está recibiendo nuestro hijo o hija, así como sobre la evolución de la misma.

·         Valorar en casa y de forma explícita el trabajo del profesorado y de la escuela; borrando la “leyenda urbana” de: “he aprobado”, “el maestro me ha suspendido”.

·         Reconocer el esfuerzo de nuestros hijos e hijas. Alabar sus éxitos, analizar sus dificultades y errores y ayudarles, en la medida de nuestras posibilidades a superarlos.

·         Valorar en nuestros hijos e hijas no sólo lo académico, sino los aspectos sociales, las actitudes, la adquisición de valores, etc.

¿Qué hacer?
Día a día
1.       Levantarse por sí mismo cada mañana.

2.       Elegir la ropa adecuada.

3.       Airear la habitación.

4.       Aseo personal.

5.       Colaborar en poner el desayuno.

6.       Recoger la mesa.

7.       Hacer la cama y cerrar las ventanas.

8.       Ayudar a preparar el tentempié para el recreo.

9.       Ser puntual

10.   Dejar ordenada la ropa y el material que traemos al colegio.

11.   Hacer compras básicas diarias (pan, alguna fruta,…)

12.   Ayudar a poner la mesa.

13.   Aseo personal antes y después de la comida.
14.   Conversar sobre cómo nos ha ido la mañana.

15.   Ayudar a recoger la mesa.

16.   Elegir como utilizar su tiempo de ocio y descanso.

17.   Hacer las tareas pendientes de ese día o para el día siguiente.

18.   Utilizar el ordenador para buscar alguna información.

19.   Preparar la comunicación (expresar nuestros sentimientos, cómo nos sentimos, escuchar activamente a los demás,…)

20.   Favorecer la comunicación (expresar nuestros sentimientos, cómo nos sentimos, escuchar activamente a los demás,…)

21.   Establecer un uso responsable de aparatos electrónicos de ocio y comunicación (teléfono, teléfono móvil, videojuegos, redes sociales de internet –messenger, tuenti, facebook,…-)

22.   Relacionarse con amigos y amigas.

23.   Leer un libro, artículo de prensa,…

24.   Realizar algún tipo de actividad extraescolar: musical, deportiva,…

25.   Ver y comentar una serie o película.

26.   Ver y comentar las noticias.

27.   Ayudar a hacer la cena.

28.   Poner y recoger la mesa tras la cena.

29.   Preparar el material para el colegio.

30.   Aseo personal.

Cualquier día
1.       Conversar en la mesa. Sacar un tema de conversación.

2.       Comentar las cosas más interesantes ocurridas durante el día.

3.       Explicar alguno de los sentimientos y comportamientos que han generado.

4.       Llamar e interesarse por algún familiar.

5.       Preguntar lo que no se comprende y justificar por qué.

6.       Reciclar la basura en casa.

7.       Tirar la basura en los contenedores de reciclar.

8.       Encender las luces que se vayan a utilizar.

9.       Utilizar sólo el agua necesaria para la ducha.

10.   Utilizar sólo el agua necesaria en el cepillado de dientes.

11.   Buscar información de interés para las actividades de clase.

Un día especial o fines de semana
1.       Preparar el desayuno para mi familia.

2.       Proponer ver una película en casa y comentarla juntos.

3.       Proponer ver una película en el cine y comentarla juntos.

4.       Buscar información de interés (bibliográfica o en Internet) sobre lugares que se van a visitar.

5.       Hacer una salida al campo.

6.       Hacer una salida por el pueblo, ciudad.

7.       Hacer una salida a otro pueblo, ciudad.

8.       Colaborar y participar en tareas del hogar (pasar la aspiradora, poner la lavadora, hacer una comida, participar en pequeños arreglos…)

9.       Ir a visitar un museo, parque…

10.   Ir a un concierto (de todo tipo de música)

11.   Ir a una obra teatral.

12.   Leer algunos titulares de prensa digital.

13.   Escribir alguna historia en un procesador de texto.

14.   Visitar algún tipo de empresa o industria del entorno.

15.   Visitar, conocer y participar en algunas tareas de profesiones del entorno (campo, carpintería…)

16.   Salir de compras fomentando un consumo responsable.

17.   Visitar a algún familiar.

18.   Dormir en casa de algún amigo, amiga o familiar.

19.   Inventar algún juguete utilizando material reciclado.